miércoles, 10 de junio de 2020

BLACK LIVES MATTERS (Las vidas de los negros importan)


Las vidas de los negros importan” es quizá la consigna más socializada en las manifestaciones en repudio por el asesinato de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis, la consigna, no sólo pone de manifiesto que las personas con pigmentación obscura gozan también, de un cumulo de potestades y derechos que deben garantizarse y respetarse, sino que pretende además, visibilizar el grave problema de estigmatización y discriminación que sufren ese y otros sectores. Las crónicas visuales que en redes sociales se han dado a conocer sobre el caso, han evidenciado que George Floyd, no opuso resistencia, incluso cuando los 3 policías se encontraban encima de él, en un tono misericordioso casi de súplica advertía: “no puedo respirar[1].

Las protestas se han multiplicado a escala planetaria,[2] todas con un común denominador, el repudio por el excesivo ejercicio de la fuerza pública, el caso Floyd, revela la ausencia de control en el uso legal de la fuerza o para ser más específicos que los cuerpos de seguridad despliegan un actuar cruel y degradante en el ejercicio de la fuerza pública.

¿Por qué este actuar de las policías del mundo?

En nuestro país, México, el 4 de mayo de 2020, se filmó un video que a casi un mes después del suceso se difundió a través de redes sociales en el que se observa a por lo menos 4 elementos de la policía municipal de Ixtlahuacán de los Membrillos, Jalisco; en el que se advierte que detiene a Giovanni López, un joven albañil, de 30 años edad, a quien le propinan sendos golpes por no portar tapabocas, en plena pandemia por Covid-19.

Horas después, Giovanni murió, en el vídeo se escucha como uno de los familiares de Giovanni, en el momento de que lo obligan a subir a la patrulla, impedidos para poder rescatarlo, se dirige a uno de los policías y sentencia: “güey, si lo matan, ya sabemos”.[3]

Después de que se conociera dicho vídeo, al día siguiente jóvenes, en su mayoría, salieron a marchar para denunciar el caso y exigir el esclarecimiento del crimen; las detenciones ilegales y el exceso en el ejercicio legal de la fuerza, estuvieron presente en la concentración por parte de la policía; en el mismo contexto, pero en la Ciudad de México, el viernes 5 de junio de 2020, circuló, nuevamente en redes sociales, cómo, durante una marcha convocada en repudio al asesinato de Giovanni, una mujer joven, después de caer al suelo, ya tendida, fue pateada y golpeada por elementos policíacos.

En los tres sucesos, elementos policíacos están sujetos a proceso, sin embargo, en el caso de Jalisco, los familiares de los policías detenidos han manifestado públicamente que sus detenidos sólo seguían ordenes de sus superiores[4] por lo que no hay conducta que sancionar; algo parecido sucede en el caso de los elementos procesados en la Ciudad de México, en la que compañeros de los presuntos responsables han señalado que cumplían solamente con su trabajo, al tiempo que se han concentrado masivamente para exigir la liberación de sus compañeros[5], por su parte en Estados Unidos, se ha propuesto un reforma de ley para reglamentar el uso de la fuerza legal; sin embargo tales acciones no parecen poner fin al problema, pues parece que las facultades con las que cuentan los cuerpos de seguridad, lejos de garantizar el respeto a las libertades e integridad personal de los detenidos, se proyectan en vejaciones, desapariciones y la muerte.

Y ¿Si este actuar extremadamente violento, transgresivo de derechos básicos y de la personalidad misma, fuera una manera de continuar la dominación o la opresión de las personas?

El Estado-nación se constituyó bajo el amparo de la doctrina del pacto social como una forma de proveer orden social y proporcionar seguridad personal y colectiva de quienes se sometían a su soberanía, de ahí la renuncia personal a a la violencia para que ésta se depositará en el Soberano, en esa tesitura, los cuerpos de seguridad interna y externa deberían avocarse a la prevención del delito, el cuidado y protección de la comunidad y sus integrantes, la detención de los infractores y la presentación ante la autoridad competente.

[…] la violencia evoluciona con el proceso civilizatorio […] se desarrolla mediante ciclos de violencia y pacificación no lineales […] El control de la violencia en las sociedades europeas se logró mediante la autocoacción, pero esta última no pudo producirse sin el monopolio estatal de la fuerza física. (Zavaleta Betancourt, 2018: 158)

Sin embargo hoy parece que la función de proveer seguridad a los ciudadanos no es el imperativo institucional de la policía, da la impresión que es una práctica trastocada que se ha convertido en una manifestación material del ejercicio del poder, en el andamiaje sobre el que se yerguen las instituciones y de la que no pueden prescindir, se trata del pilar sobre el que se sostiene el Estado y sus instituciones, asistimos al ejercicio de la dominación a través del control social y político de los hombres y su cuerpo, de forma que se emplea la fuerza para oprimir, para mantener la organización social y el estado de las cosas  en su normalidad.

Los problemas del poder estén realmente en el corazón de lo que llamo “la economía de la violencia” hay una violencia primera del poder, una contraviolencia dirigida contra el poder o una tentativa de construir los contrapoderes, que toma la forma de contraviolencia. (Balibar, 2008:5)

Lo paradójico es que este empleo de la fuerza, este uso legal y exclusivo de la violencia por parte del Estado, adquiera un cariz destructivo y no de propensión de seguridad ni de implantación de la paz y el orden, pues su uso se ha reservado exclusivamente para aquellos que se encuentran en la posición de detentadores del poder.

La separación entre la sociedad civil y el Estado no existe en la realidad. Por el contrario, el Estado como la realidad fenomenológica se produce a través de discursos y prácticas de poder, producidos en los encuentros locales a nivel de todos los días, y produce a través de los discursos de la cultura pública, los rituales de duelo y celebración, y encuentros con las burocracias, monumentos, organización del espacio, etc.  el Estado tiene que ser considerado como el efecto de un nuevo tipo de gubernamentalidad (Begoña Artexaga, 2003: 398).[6]

En otras palabras, existen prácticas públicas diseñadas y programadas que se implementan en la vida social, sin límites ni barreras, que se traducen en formas de control y sometimiento, poniéndose en práctica operaciones limitativo/represivas/transgresivas fundadas en rupturas intencionales para moldear la personalidad, se trata de desfigurar la forma en que ocurren los procesos sociales.

De esta manera, la violencia que hoy presenciamos por parte de los cuerpos de seguridad a cargo del Estado son formas de control permanente, sistemático y constante a través del uso temporal de las fuerzas de seguridad como una estructura coercitiva, centralizadora, prospectiva y de articulación que garantiza la universalización de la razón de ser del Estado bajo la forma de una Violencia Civilizadora, pero esta violencia civilizadora sólo es tal en la medida en que es capaz de desarticular la violencia no institucional, de ahí que el uso legal de la violencia se materialice como una práctica para mantener la paz y el orden social.

El monopolio de la violencia física, la concentración de las armas y de las personas armadas en un solo lugar hace que el ejercicio de la violencia sea más o menos calculable y obliga a los hombres desarmados en los ámbitos pacificados a contenerse por medio de la previsión y de la reflexión. En una palabra, esta organización monopolista obliga a los seres humanos a aceptar una forma más o menos intensa de autodominación. (Elias, 2012: 457)

El uso legal de la violencia que presenciamos y sufrimos diariamente es un mecanismo de adaptación y control a las necesidades del mercado, como una forma de armonizar los intereses hegemónicos con nuestro lugar en el intercambio comercial, bajo la simple regla aritmética: a mayor control menor resistencia, se trata de imponer los intereses insertos en la estructura estatal por encima de la razón, de hacernos entender que la seguridad es la prioridad, y ésta sólo puede provenir del Estado. Este proceso civilizatorio capitalista permite empoderar, producir y reproducir el statu quo, sin embargo, el aparente proceso de civilización, engendra tensiones y contradicciones tan evidentes que las mismas requieren de filtros que la vayan graduando hasta lograr invisibilizarla, bajo un proceso de confrontación de lo políticamente correcto e incorrecto, lo moralmente adecuado y lo que no lo es, que puede resumirse como lo que institucionalmente es permitido y lo que no lo es de ahí que las instituciones civilizatorias jueguen un papel muy importante en la conformación del Estado de Violencia Civilizadora.

La contradicción esencial e irresoluble que se le plantea a la modernidad “realmente existente”, es la que se instala en el centro de la propia reproducción del sujeto social, el hecho de que ésta deba ocurrir mediante el sacrificio o represión de su forma cualitativa o concreta para abandonarse a la forma abstracta y cuantitativa del valor, lo que denominamos hoy la “economía” es el lenguaje de ese sujeto abstracto [… que] vuelve dispensable, a los seres humanos. (Millán, 2013: 54)

Resulta importante resaltar que mientras que esta configuración del poder opera institucionalmente como franca oposición a la transgresión de la ley, para la aceptación y normalización de este actuar institucional violento se requiere de la interiorización y manifestación de pulsiones violentas y transgresivas en el seno social. La violencia emerge entonces como límite, lo que la trasluce, la acrisola, la blanquea, pues no aparece como automática sino como la respuesta a situaciones límite. De ahí que parezca que la violencia, al presentarla como nacida de ciertos individuos o grupos de individuos, “los malos policías, los anarquistas, las feminizas, los policías corruptos, los malos gobernantes, chairos, entre otros” procura la restitución del Estado de Derecho, de lo que socialmente se nos ha inculcado como la verdadera forma de la vida.

Sin embargo los ejercicios excesivos de la violencia, actúan como electroshock, como una descarga eléctrica que nos permite entender que la violencia institucional y social que percibimos responde a una sofisticada forma de interacción entre la violencia subjetiva, objetiva y simbólica, que proponemos llamar violencia ideológica, un actuar violento desplegado personal o grupal que revela las formas de dominación y sujeción inherentes al sistema, una violencia socializada y normalizada que se dirige a preservar los interese que anidan en el Estado y los satelitales apostaziados para garantizar la permanencia de los privilegios, a través de la imposición de lo más cercano y parecido a un estado de guerra permanente o una guerra civil.

Sin embargo existen niveles de violencia que no gravitan alrededor de la alternativa del poder y el contrapoder, inclusive si, inevitablemente, ellos se devuelven y, por así decirlo, vienen a infectarlos […] Nosotros vemos esta parte de alguna manera inconvertible de la violencia como las más “excesiva”, la más destructora y autodestructora, la que pone en juego no solamente, como en la dialéctica del espíritu, el riesgo de la muerte propia, que es el precio del poder  y del a potencialidad, el del apocalipsis bárbaro y de la destrucción mutua. O peor. (Balibar, 2008:5)

Bibliografía.

v  (2008) Aguilar Rivero, Mariflor (Coord.), Sujeto, construcción de identidades y cambio social, México, UNAM.

v  (2000) Bartra Armando, Crónicas del Sur, Utopías campesinas en Guerrero, Ed. ERA, México.

v  (1996) Engels, Federico, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, Ed. Progreso, Moscú.

v  (1987) Norbert, Elias; El proceso de la civilización, Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, Trad. Ramón García Cotarelo, Fondo de Cultura Económica, México.

v  (2004) Pierre Clastres, Arqueología de la violencia: la Guerra en las sociedades primitivas, FCE, Argentina.

v  (1975) Vladimir Ilich, Lenin, El Estado y la revolución, la doctrina marxista del Estado y las tareas del proletariado en la revolución, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekin, China.

Artículos

v  (20129 Balibar, Étienne, Violencia: idealidad y crueldad, Polis, revista latinoamericana,19]2008, Violencia razones y sin razones, pp. 1-16.

v  (2003) Begoña Aretxaga, “Maddening States”, Annual Review of Anthropology, 32, p.393-410.

v  (2013) Millán Margara, Crisis civilizatoria, movimientos sociales y prefiguraciones de una modernidad no capitalista, en Acta Sociológica, número 62, septiembre - diciembre, pp. 45-76.

v  (1998) Philip Abrams, Notas sobre la dificultad de estudiar al Estado, 1977, Journal of Historical Sociology, Vol. I, n° 1, march  pp-58-89.

v  (2006) Teun van Dijk, Discurso y manipulación: Discusión teórica y algunas aplicaciones, Revista Signos, v. 39, n. 60, Universidad Pompeu Fabra, España, p.49-76.

v  (2010) Victoriano Serrano, Felipe, Estado, golpes de Estado y militarización en América Latina: una reflexión histórico política, Revista Argumentos (Méx.) vol.23 no.64 México sep./dic.

 (2018) Zavaleta Betancourt, José Alfredo, elementos para la construcción del concepto de campo de violencia, Sociológica, año 33, número 93, enero-abril de 2018, pp. 151-179.


[1] Véase George Floyd: cómo fueron sus últimos 30 minutos de vida, en:  https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/george-floyd-que-paso-antes-su-arresto-nid2372161, consultado el 7 de junio de 2020.
[2] Revise Las protestas contra el racismo policial saltan de Estados Unidos al mundo, en: https://www.france24.com/es/20200531-protestas-racismo-policial-mundo-floyd, consúltese también Ola mundial de protestas contra el racismo y la violencia policial, en: https://www.dw.com/es/ola-mundial-de-protestas-contra-el-racismo-y-la-violencia-policial/a-53708790
[3] Así fue la detención de Giovanni López justo ants de su muerte, en: https://www.youtube.com/watch?v=G58s1kqN7xY Léase Quién es Giovanni López, el albañil que tiene de cabeza al sistema, visible en: https://www.infobae.com/america/mexico/2020/06/06/quien-es-giovanni-lopez-el-albanil-que-tiene-de-cabeza-al-sistema/
[4] Consúltese: Aseguran que policías seguían sólo ordenes, visible en:  https://www.milenio.com/mileniotv/politica/comunidad/familiares-de-dos-policias-detenidos-exigen-su-libertad
[5]Léase: Policías piden liberar a compañeros detenidos por agresión a Melanie, en: https://www.excelsior.com.mx/comunidad/policias-piden-liberar-a-companeros-detenidos-por-agresion-a-melanie/1386904, consultado el 8 de junio de 2020.
[6] The separation between civil society and the state does not exist in reality. Rather, the state as phenomenological reality is produced through discourses and practices of power, produced in local encounters at the everyday level, and produced through the discourses of public culture, rituals of mourning and celebration, and encounters with bureaucracies, monuments, organization of space, etc. The state has to be considered as the effect of a new kind of governmentality

BLACK LIVES MATTERS (Las vidas de los negros importan)

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