Pareciera
innegable que las sociedades actuales viven inmersas en la criminalidad. Que el
Estado es incapaz de frenar el crecimiento y desarrollo exponencial de los criminales
y sus organizaciones, aún con los medios (informativos y de control); las
herramientas (tecnológicas y de armamento, etc.) y el dinero con los que cuenta.
¿Es real
este crecimiento delictivo, o es una percepción aparente que nos brindan medios
y herramientas informativas que lo transmiten (casi) en el instante de su
comisión?
Una
reflexión más profunda pone de manifiesto no sólo que la comisión de delitos va
a la alza, sino que además y pese a los “esfuerzos y programas” de
combate/prevención, los criminales, han formado organizaciones estructuralmente
sólidas; financiera y armamentísticamente fuertes y con arraigo y respaldo
social, capaces de neutralizar o exterminar la fuerza del Estado. (PÉREZ
GARCÍA, 1990)
Este
crecimiento delictivo debe tener una explicación, así como también, debe
existir una explicación de por qué el Estado se mira incapaz de hacer frente al
fenómeno delictivo y su crecimiento.
1989
El
Estado tal como lo conocemos hoy, fue una invención de Thomas Hobbes, este
teórico inglés del siglo XVII, prescribió la necesidad de un poder fuerte y
centralizado, que pusiera límites a “la maldad natural del hombre” este Estado,
garantizaría “el desarrollo social” a través del monopolio de la fuerza; la
policía, el ejército y la Justicia. El
Estado se configuró como una representación real e ideológica, monolítica, autónoma
y que defendía los intereses de la Sociedad y no de sectores o personas.
Este
Estado se presentó como la encarnación de la justicia y del Bienestar Social.
Para
1929, dentro de la crisis Económica de Estados Unidos, las críticas de Carlos
Marx y Federico Engels, se hicieron realidad, este Estado imparcial,
socialmente útil, representante de la Justicia, era falso, el Estado de Hobbes,
era el Estado de la Burguesía, y
este representaba y defendía sus intereses y no el de las mayorías.
En este
contexto, se intentó arreglar al Estado, apretándole unas tuercas y cambiando
algunos engranes, pero conservando la maquinaria intacta, se le puso entonces,
apellido, El Estado Benefactor, un
Estado caracterizado por la planificación económica, el desarrollo e impulso de
la producción/consumo nacional, que jurídicamente se tradujo en la imposición
de políticas de protección mediante la imposición de impuestos y aranceles a la
importación de mercancías con el objetivo de mantener los intereses intactos de
la Burguesía.
Para
1945, terminadas la a 1ª y 2ª Guerra mundial, se puso de manifiesto que la
economía y sus intereses, condicionaban los procesos sociales, el tratado “Bretton
Woods” que repartía los botines de
guerra, las zonas de comercialización y partición del mundo para los empresarios
sugirió la necesidad de crear un organismo internacional al que los vencedores
someterían sus diferendos en aras de evitar peleas, LA ONU[1].
Para
1970, esta partición del mundo, era obsoleta. Los avances tecnológicos y la supra
especialización en los procesos productivos, trajo como consecuencia, el
abaratamiento de los costos producción y un excedente que requería
comercialización.
En 1989,
un economista inglés (John Williamson) encarnó el nombre de “El consenso de
Washington”. Diez reglas que garantizaban el consumo de mercancías a través de
la eliminación de cualquier barrera (cultural, económica, social, política,
psicológica, jurídica y administrativa) que impidiera la libre circulación y consumo de las mercancías; proceso al que
económicamente años después se le denominaría NEOLIBERALISMO, y que en su vertiente política, social, cultural y filosófica
se le conocerá como GLOBALIZACIÓN.
Pero
¿Cómo puede una situación económica transformar o influir en el crecimiento del
crimen?
Pongamos
por ejemplo un contenedor de agua, cuya capacidad de almacenamiento es de un
litro de agua, que tarda en llenarse 2 días, él que tarda en vaciarse, por
consumo, 10 días; sin embargo, por cuestiones de intereses, decidimos que es un
deber social aumentar su capacidad de almacenamiento, que nos permita que la
llave del agua permanezca siempre abierta y que garantice un consumo constante
y mayor (al necesario); dicha tarea, a primera vista se mira fácil de resolver,
basta diseñar un contenedor 5 veces más grande, sin embargo el problema real lo
representa la transformación del pensamiento de quienes consumen dicho líquido,
pues escudriñándolo más de cerca advertimos
que la necesidad de consumo se encuentra satisfecha durante los 10; por
tanto se hace necesario no solamente ampliar la capacidad de almacenamiento, sino
MODIFICAR LOS HÁBITOS, CREENCIAS,
NECESIDADES, FORMAS Y REGLAS DE CONSUMO con el único fin de que, ni la llave
del agua se cierre y que el consumo sea constante; es decir, se requiere un
cambio en la forma de pensar, de concebir y de garantizar EL CONSUMO; se requiera una personalidad de consumo acelerado, un
ser individual que socialice bajo la idea de producción/consumo del placer.
Ahora
bien, la mentalidad de este individuo está condicionada a la renovación
constante de este binomio producción/consumo
de placer, pues sus filtros de experiencia están condicionados a la
interpretación de la realidad por el estímulo de la compra/venta.
Sin
embargo, sus parámetros de comportamiento no se restringen a la actividad
económica, pues para que este contenedor que
agrandamos 5 veces más, permanezca constantemente vació, se hace necesario, cómo
dijimos, la creación de un estímulo negativo, una permanente sensación de insatisfacción, es decir, la creación
de un sentimiento de abandono, un sentimiento de vacío existencia que sólo puede superarse a través de la renovación
constante del binomio producción/consumo de placer; a través del permanente
apropiamiento (compra/adquisición) de lo NUEVO,
es decir, un proceso de consumo acelerado.
Sin
embargo, esta sensación de compra/adquisición (apropiamiento) de lo nuevo sólo
puede hacerse a través de interiorizar la experiencia negativa de la
insatisfacción, empero esta sensación no pude abstraerse sólo al proceso de
compra/adquisición; pues la banal acción de consumir no propicia este falso
vacío; de ahí que la percepción de insatisfacción debe interiorizarse y
proyectarse en todos los ámbitos de la existencia, con el fin de que adquiera
eficacia real y práctica; paradójicamente, una vez que este proceso de vacuidad,
de desolación, de sin sentido de la
existencia[2]
permear todos los segmentos de la
existencia, se crea una fantasía, la fantasía de la existencia.
Socialmente
hablando este sin sentido de la existencia se proyecta en los planes de vida
del individuo, en la incapacidad para establecer relaciones de permanencia y
continuidad, pues, para decirlo en palabras simples, la estabilidad
(permanencia y continuidad) hace imposible el consumo acelerado de lo nuevo;
proceso que hemos explicado requiere una economía de libre mercado al nivel
mundial (neoliberalismo y globalización).
Esto quiere decir que se educa, se condiciona y se construyen
personalidades para el consumo, que el individuo extiende y replica a todos sus
ámbitos de vida; cuyos efectos se manifiestan en la realidad a través de la
incapacidad para establecer relaciones permanentes de amor, de familia, de
trabajo, de creencias psicológicas, políticas, ideológicas y jurídicas, pues LO NUEVO, es la única forma de
satisfacción que puede conciliar el vació existencial que le ha sido creado.
“Cuando
nos abandonamos a la fantasía . . . sentimos un inmenso placer, pero . . .la formación de fantasía sólo enmascara,
llena, un cierto vacío, falta, lugar vacío en el Otro. (Zizek, 2003, p.107)
Ahora
bien, como hemos advertido, este proceso de producción/consumo de placer crea formas complejas de pensamiento
que condicionan al individuo de mercado a elaborar paradigmas cognitivos
fútiles y de muy corto plazo, pues, proyecciones o proyectos a largo plazo no
logran extinguir este proceso ilusorio de vacío
existencial, salvo que, en dichos proyectos el individuo logre proyectar una
experiencia de mayor producción/consumo de placer en su realización, de ahí
que se opte por condiciones de vida que aceleren la capacidad de adquisición
monetaria, pues finalmente este proceso de producción/consumo
de placer esta permanentemente condicionado a la capacidad de compra/adquisición
del mismo, pues no debe olvidarse que el objetivo central del
neoliberalismo y de la globalización es la maximización en la obtención de
ganancias y plusvalía.
Criminalidad y consumo
En ese
contexto, la criminalidad adquiere un nuevo cariz.
Como
hemos advertido, en la sociedad de consumo acelerado la existencia tiene un vació permanente que sólo logra conciliarse a
través del proceso de producción/consumo de placer. Pero para poder superar
este vacío existencial no puede materializar a través de formas gratuitas de
adquisición, pues las mismas no fomentan la experiencia del placer en sus dos
vertientes; por tanto sólo a través de la compra/adquisición puede superarse el
vacío existencial.
Este proceso
de compra/adquisición, debe ser acelerado y creciente, pues a mayor capacidad
de compra/adquisición más rápidamente puede superarse este supuesto vacío
existencial, pues visto más de cerca, está vacío de la existencia es lo único que es constante y permanente,
pues sólo así puede explicarse el acelerado y vertiginoso proceso de creación e
innovación en todos los segmentos de la vida, pues la felicidad es efímera,
aparente y fugaz; por eso, este sujeto sólo puede vivir en el instante, en el
alivio que provee el presente permanente, pues sólo en este puede
materializarse lo nuevo.
Es
precisamente aquí donde la concepción tradicional del trabajo resulta
inadecuada para esta sociedad, pues la capacidad de compra/adquisición que se
obtiene a través de la tradicional venta de la fuerza de trabajo (Jornada de
trabajo 8, 10, 12 o 14 horas por 6 días a la semana) es menor y hace incapaz la
producción/consumo de placer, pues
la gran cantidad de horas dedicadas a una actividad resultan infinitamente
desproporcionadas a la cantidad de producción/consumo
de placer que se es capaz de comprar/adquirir.
De ahí
que el individuo opte por la búsqueda de actividades (formas aceleradas) que
maximicen la obtención de dinero, pues así visto, el dinero no es la forma de
garantizar la existencia, de superar el vacío existencial, sino el medio e instrumento de realización de la
producción/consumo de placer, pues al final, el dinero al ser sólo un vehículo
(mercancía) pontecializador(a) que no logra resolver el conflicto existencial; sólo
la compra/adquisición permanente de lo nuevo, se presenta como el proceso
liberador que aparentemente puede superar el vacío existencial: y es aparente
esta liberación porque el individuo
nunca logra satisfacción plena, incluso ni con la muerte, pues al estar
condicionado a vivir en el eterno presente, lo nuevo (el futuro) es inalcanzable.
Ahora
bien, las formas aceleradas de obtención de dinero, sólo pueden materializarse
a través de las mismas actividades que materializan el proceso producción/consumo
de placer, es decir, a través de actividades que producen la falsa existencia;
las no reglamentadas y que se encuentran ausentas en la Ley, pues la ley, en
este Estado (Burgués) Neoliberal, es la expresión del desarrollo de la vida
social realmente existente, por eso las formas aceleradas para comprar/adquirir
sólo pueden ligarse al crimen.
Tal
afirmación no resulta absurda si advertimos la relación dicotómica que se
establece entre ilicitud/ganancia, pues en ellas se hace evidente la crueldad
de la Ley de la oferta y la demanda; a mayor demanda y menor oferta, la
ganancia se incrementa, lo que se traduce en “prefiero ser rico en mi juventud
y morir, a llegar a anciano sin haber disfrutado[3].
La
criminalidad adquiere entonces, legitimad.
Es
entonces cuando la violencia asociado al crimen adquiere legalidad, pues deja de
ser el instrumento para proveer seguridad aparente; y se convierte en un
instrumento de respeto, en una forma de vida; y es en este proceso en donde el Estado
revela su verdadera identidad; pone de manifiesto el verdadero pacto social que
en él se expresa, representa los intereses
de quienes poseen los medios económicos, las armas, el crimen y los
cargos públicos, pues en estricto sentido, el diseño, instrumentación y normalización
del Estado neoliberal y la globalización, se hace a través de la
institucionalidad del Estado de Violencia Civilizadora, que el individuo
materializa en una falta de credibilidad y crisis de seguridad.
En tal escenario
el aumento y proliferación del crimen guardan relación directa con la producción/consumo
de placer, en la creación de individuos que sólo socializan en el mercado.
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Septiembre- Diciembre 2005.
[1] Veáse
http://www.cinu.mx/onu/onu/ Analisis
económico de la 1ª y 2ª guerra mundial y el nacimiento de la ONU
[2]
Véase Nietzche, Federich, Ecce Hommo,
Alianza ed., 2011
[3]
Entrevista al ENTREVISTAN A "EL PONCHIS" NIÑO SICARIO CPS véase https://www.youtube.com/watch?v=uBum7om5nAE
; niños sicario en Colombia, véase https://www.youtube.com/watch?v=66DGmlyPPUU